Pero la empezamos bien, mejor de lo que se podía haber pensado. Un desayuno de padre y señor mio en casa de la seño que nos acojió: tomates, aceitunas, pan, chai, chai, chai y más chai. Genial. Luego hacia el mirador, a disfrutar la vista de la ciudad. Una vista privilegiada para los lugareños y una vista de regalo para nosotros. La ciudad, sus fábricas al lado, las puntas de las minarets dejando al mundo saber donde están. Bella. Y de ahí al centro de Eskisehir. Un centro pequeño en una ciudad universitaria, pequeño pero lindo. Sus calles peatonales, su pequeño boulevard juerguero, sus bares con recutecus y por sobretodo sus precios!! Luego de Estambul, que refrescante ver que en Turquía la vida si es barata.
Se empieza con una caminadita, un paseito por entre bazares de antaño y luego su empachada de regla.
Se corre por entre los honguitos, se cuelga de los perros gigantes, se trata de escalar el castillo, se imagina uno de arquero asediando al castillo, se tira piedritas al lago... y luego un tecito en la cafeteria aledaña... Una mañana tranqui
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