Una historia nunca empieza al principio pero antes y antes del principio hubo lluvia, amistad y alcohol (no en orden de aparicion) Y es asì q el dia "antes de" estira sus manos y forma parte del dia "de". Y el dia "de" re-empieza con bulla en la cocina (nada diferente) pero quien hacìa la bulla hacìa la diferencia. Luego la bulla la trae un segundo y hasta se oyen aullidos d pereza de una tercera.
Un sonido de timbre y el arrivo de caras conocidas me desconciertan. Un desayuno q auna a 4 antes de las 6 de la mañana no es lo màs caracteristico. Lo caracteristico: hablaràn de mì. Una ducha, otra ducha, unas tostadas q no se hicieron. Tablones, palos, zapatos, abrigos, gorros, guantes: todo sale de casa. Un caos ordenado. Tras un cerròn de puerta y el sonido d pasos q se alejan, volvemos a la normalidad. El silencio reina. Regreso a mi cuarto, demasiada emociòn para tan temprano en la mañana...
La soledad es apabullante pero la normalidad regresa al caer la noche, aunque por normalidad he aprendido a usar una barra de mediciòn muy muy larga. Risas, ruidos, ravales: jejeje's, chiquiri chiquiri's y bumburum's anuncian sus llegadas. Una vuelta de llave desencadena un interminable desfile d cosas y d cuerpos q se dejan caer por el piso del salòn. Me entretiene verlos como poco a poco sus cuerpos se van desparramando por los asientos como plastas de sofa. Sus voces tratan d elevarse pero el cansancio del dia es demasiado peso para volar hoy. "Tengo hambre, me atiende alguien?"
Una q otra historia me llama la atenciòn, la del 'oh putain, oh putain, oh putain...', la del q sabe ir muy ràpido pero no sabe frenar, la del encuentro cara a cara...
Las voces van de bajada. Dos q parten, luces q se apagan, gente q da las buenas noches, la radio q mengua, pero aùn no acaba, la oscuridad trae el conocido ritual. El novato vendrà a sentarse a mi lado y haciendo finta d escribir me contarà su historia:
Me hablarà d un blanco tan blanco q lo cegaba, d la velocidad q tanto le gusta pero q tan malos recuerdos trae, d como su cadera se convirtiò en su freno de mano, de la satisfacciòn de dar su primer giro correctamente, de la exhilaraciòn de ser de nuevo uno con la montaña.
Me confesarà q luego d 4 horas se darà cuenta q no usaba los palos.
Se resistirà a hablar d cuànto disfrutaba de la sonrisa de la enfermera, del orgullo de ver a su amiga fotografa deslizarse por lo blanco como si esos tablones fuesen sus pies, del terror de ver una silueta acercarse a mil por hora y del alivio de verla voltear al ultimo segundo, de la risa de verse cubierto de blanco "fué una vuelta magnifica" me dirìa luego.
Los heridos, las heridas, los moretones, tanto tanto para similar en un solo dìa, pero es ya tarde y Morfeo llama. La ultima luz se apaga y todo es silencio una vez màs...
Pero una historia tampoco acaba al final pero despues. Las manos de este dìa tambien se estiran para unirse al dia "luego de". Casi interminable, eh? Pero esta vez las manos del dia portan regalos: un sandwich de atùn y queso d cabra, mmmmm deleite. Mierda!, el novato se despierta. "Oye!! dame mi sandwich!!!"
(redacciòn por Felix L.)
Un sonido de timbre y el arrivo de caras conocidas me desconciertan. Un desayuno q auna a 4 antes de las 6 de la mañana no es lo màs caracteristico. Lo caracteristico: hablaràn de mì. Una ducha, otra ducha, unas tostadas q no se hicieron. Tablones, palos, zapatos, abrigos, gorros, guantes: todo sale de casa. Un caos ordenado. Tras un cerròn de puerta y el sonido d pasos q se alejan, volvemos a la normalidad. El silencio reina. Regreso a mi cuarto, demasiada emociòn para tan temprano en la mañana...
La soledad es apabullante pero la normalidad regresa al caer la noche, aunque por normalidad he aprendido a usar una barra de mediciòn muy muy larga. Risas, ruidos, ravales: jejeje's, chiquiri chiquiri's y bumburum's anuncian sus llegadas. Una vuelta de llave desencadena un interminable desfile d cosas y d cuerpos q se dejan caer por el piso del salòn. Me entretiene verlos como poco a poco sus cuerpos se van desparramando por los asientos como plastas de sofa. Sus voces tratan d elevarse pero el cansancio del dia es demasiado peso para volar hoy. "Tengo hambre, me atiende alguien?"
Una q otra historia me llama la atenciòn, la del 'oh putain, oh putain, oh putain...', la del q sabe ir muy ràpido pero no sabe frenar, la del encuentro cara a cara...
Las voces van de bajada. Dos q parten, luces q se apagan, gente q da las buenas noches, la radio q mengua, pero aùn no acaba, la oscuridad trae el conocido ritual. El novato vendrà a sentarse a mi lado y haciendo finta d escribir me contarà su historia:
Me hablarà d un blanco tan blanco q lo cegaba, d la velocidad q tanto le gusta pero q tan malos recuerdos trae, d como su cadera se convirtiò en su freno de mano, de la satisfacciòn de dar su primer giro correctamente, de la exhilaraciòn de ser de nuevo uno con la montaña.
Me confesarà q luego d 4 horas se darà cuenta q no usaba los palos.
Se resistirà a hablar d cuànto disfrutaba de la sonrisa de la enfermera, del orgullo de ver a su amiga fotografa deslizarse por lo blanco como si esos tablones fuesen sus pies, del terror de ver una silueta acercarse a mil por hora y del alivio de verla voltear al ultimo segundo, de la risa de verse cubierto de blanco "fué una vuelta magnifica" me dirìa luego.
Los heridos, las heridas, los moretones, tanto tanto para similar en un solo dìa, pero es ya tarde y Morfeo llama. La ultima luz se apaga y todo es silencio una vez màs...
Pero una historia tampoco acaba al final pero despues. Las manos de este dìa tambien se estiran para unirse al dia "luego de". Casi interminable, eh? Pero esta vez las manos del dia portan regalos: un sandwich de atùn y queso d cabra, mmmmm deleite. Mierda!, el novato se despierta. "Oye!! dame mi sandwich!!!"
(redacciòn por Felix L.)
